Esta entrada es a la vez una anécdota y una recomendación para todo aquel que me lea y al que le guste escribir. La verdad es que no sé muy bien cómo calificar o introducir este post, así que tal vez lo mejor sea escribirlo y punto.
Recomiendo encarecidamente experimentar. Y con experimentar me refiero a salirte del género que sueles escribir, a cambiar tus personajes tipo (si los tienes), a desechar automáticamente la primera historia que te venga a la cabeza para así asegurarte de que eliges una menos predecible y más compleja. Os voy a contar mi experiencia en este tema.
A mí siempre me ha gustado mucho el género fantástico. Magia, reyes y reinos en guerra, armas legendarias, cuentos de hadas, dragones, criaturas míticas... todo eso me apasiona. Es por eso que siempre he escrito mucha fantasía. El segundo género que "históricamente" me ha gustado más es el romántico. Era adolescente y me encantaban las historias de amor, y si además de ser románticas incluían dioses, magia, mundos maravillosos y criaturas sobrenaturales mejor que mejor. Es por ello que, cuando me salía de la fantasía, recurría al romance. No sabía escribir nada más, y tampoco leía otras cosas.
Esto cambió un día en el que se me ocurrió un personaje que me pareció increíblemente bueno. No tenía cara, ni nombre, ni una historia detrás. Provenía de un sueño que tuve una noche, como casi todos mis mejores relatos. Este chico era joven y vivía en un cruel y oscuro mundo post apocalíptico. Ese nunca había sido mi género, y, sin embargo, fue precisamente por eso que me llamó mucho la atención la idea. ¿Por qué no escribir una historia así? Quise intentarlo.
La excusa para el apocalipsis fueron los zombis. Me parecieron una idea tan buena como cualquier otra, y empecé a desarrollar la novela.
Nunca me gustaron especialmente las historias de zombis, para qué mentir. De hecho, en esa época estaban de moda, y por eso sentía un cierto rechazo hacia ellos. A pesar de esto, me apasioné con mi libro. Era un género que nunca había escrito, de un estilo que no había probado hasta entonces. Era cruel, era oscura, era desesperada y hasta macabra. El personaje principal es una persona malvada y absolutamente odiosa que, sin embargo, tiene tal carisma que es difícil no admirarlo. Yo jamás había escrito nada parecido, y el experimento me encantó. El resultado es una de las mejores cosas que he creado nunca, y la primera que voy a publicar.
Experimentar es siempre bueno, y no tiene por qué ser a lo grande. Podemos probar cosas a una escala mucho menor, como el lenguaje o el tipo de narrador. Si sueles usar un lenguaje dulce, pásate a uno más ácido, más sarcástico, por ejemplo. Si tus narradores suelen ser en tercera persona, como era mi caso, prueba a escribir en primera persona. Todo aquello que se salga de nuestro estilo habitual nos enseñará muchas cosas y nos permitirá crecer como contadores de historias y creadores de personajes y universos.
Antes de trabajar en esta historia de zombis, yo jamás imaginé que podría utilizar un estilo tan realista, tan detallado, para describir ciertas cosas. Tampoco me creí capaz de crear un personaje tan oscuro y retorcido como lo es este protagonista, ni pensé que pudiera dar forma a un universo para lograr que acabase resultando tan cruel, tan desolador. He creado un personaje que se sale por completo de todos mis esquemas de niños y niñas buenos, héroes y víctimas, y en su lugar he dado voz al peor villano de todos. He abandonado los dragones por los zombis, y las historias de amor al uso por otra mucho más compleja, más difícil, casi indecente, y, a pesar de ello, hermosa. Ahora sé escribir en un registro diferente, y, más importante, sé que soy capaz de hacer otras cosas, que los experimentos pueden salir muy bien y que siempre viene bien probar la frescura de algo que no había hecho nunca antes.
Así que experimentad sin miedo, cambiad de género, de narrador, de registro, de tipo de personajes y de orden temporal. Cambiad la manera de contar la historia, y tanto si sale bien como si sale mal habréis aprendido valiosas lecciones que tal vez no sirvan para terminar de engrandecer ese relato concreto, pero quizás os ayuden a escribir algo maravilloso después.
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