top of page
Foto del escritorHNS

La página en blanco

Cuando yo estudiaba secundaria, una profesora de literatura obligó a toda mi clase a participar en un concurso de relatos del colegio. Era el típico certamen que siempre ganaban los alumnos más estudiosos, y, por lo tanto, los demás nunca tenían especial interés en participar. Incluso cuando se les obligaba, escribían cualquier cosa y la entregaban solo para cumplir. En aquella época a mí ya me gustaba escribir, por lo que la idea me ilusionó (aunque no gané, claro).


La profesora nos dejó una hora entera de clase para que empezásemos a trabajar en nuestros relatos, y, pasados unos minutos, un amigo mío protestó diciendo que no se le ocurría nada, que era imposible que tuviera alguna idea si debía trabajar bajo presión. La respuesta de la profesora fue algo como "eso le pasa a todo el mundo, es el síndrome de la página en blanco. Se arregla empezando a escribir". Creo que es uno de los mejores consejos de escritura que jamás he oído.


Pude entender en ese momento la angustia que implica querer empezar a crear algo y que no acuda ninguna idea que nos ayude a hacerlo, pero la verdad es que no recuerdo haberme encontrado en esa tesitura nunca. Suelo tener ideas para escribir, y, cuando no las tengo, lo cierto es que disfruto mucho la página en blanco. De hecho, es probablemente la parte que más me gusta de todo el proceso.


Mi género preferido es la fantasía, aunque últimamente vire un poco más hacia la ciencia ficción, y en ambos una de las cosas más importantes es la construcción de un mundo fascinante que tenga sus propias reglas, su historia, sus héroes y sus peculiaridades. Toda mi vida he sido de esas personas que escriben sin un plan previo, por lo que a la hora de ponerme a trabajar a menudo no tenía literalmente nada por lo que empezar. No tenía un punto por el que atacar la historia o la idea básica que quería desarrollar. Lejos de estresarme, eso me encantaba.


Soy una persona extremadamente perfeccionista y dolorosamente crítica conmigo misma y con mi trabajo, sobre todo cuando escribo. Es por eso que a menudo no termino lo que empiezo: no cumple mis expectativas iniciales. No obstante, cuando me pongo a escribir sin tener ni la más remota idea de lo que voy a hacer, no hay expectativas. Puedo ir descubriendo mi propia historia y mi mundo como lo haría un lector, lo cual me genera una dosis extra de ilusión ante lo desconocido que, además, impide que me acabe aburriendo de la historia. Es uno de los motivos por los que me gustaba ir sobre la marcha.


No obstante, hay otro motivo, y es la sensación de libertad. Si te niegas a tener algo preparado antes de empezar a teclear, descubrirás que tienes todas las opciones abiertas, todo es posible. El protagonista puede ser cualquiera, su familia puede ser cualquiera, su mundo es infinito y posee detalles que aún no tienes por qué saber. Además, puedes convertir cualquier cosa que te apetezca en el conflicto. El lenguaje no tiene ningún límite en este sentido, y la imaginación tampoco. Todo vale, todo es posible y el autor se encuentra en una posición de libertad y poder supremos.


Esa es la mejor parte de la página en blanco: tener todas las opciones abiertas. En el momento en el que empiezas a tomar decisiones, excavas un camino que te va limitando poco a poco. Está bien planear el itinerario desde cero, por supuesto, pues eso posiblemente signifique que el resultado final será más redondo, pero no nos asustemos cuando no tengamos algo por lo que empezar. Si nos encontramos en esta situación, significa que poseemos la libertad de expresión y de creación más absoluta, y deberíamos agradecerla y aprovecharla.




17 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page